El 20 de julio de 1944, se llevó a cabo un audaz intento de asesinato y golpe de Estado contra Adolf Hitler, conocido como el Plan Valquiria, liderado por conspiradores civiles y militares que anhelaban derrocar al régimen nazi y poner fin a la Segunda Guerra Mundial mediante negociaciones con las potencias aliadas.

Origen y Desarrollo de la Conspiración
Desde 1938, varios planes para derrocar a Hitler habían sido ideados por un grupo de soldados y civiles, pero ninguno de ellos se materializó. La primera fase de la conjura del Plan Valquiria comprendía el asesinato de Hitler, mientras que la segunda etapa buscaba tomar el poder y establecer un nuevo régimen. Sin embargo, la falta de apoyo y el miedo a las represalias dificultaron los intentos previos de la resistencia interna.
En 1943, la situación militar alemana se deterioró drásticamente con las derrotas en los frentes occidental y oriental. El recrudecimiento de las atrocidades cometidas por los nazis en el Frente Oriental despertó la indignación y reavivó la idea de derrocar a Hitler. Fue entonces cuando el oficial Claus von Stauffenberg se unió a la conspiración y asumió un papel central en la organización y ejecución del plan.
El Atentado del 20 de Julio de 1944 “Plan Valquiria” y sus consecuencias
El Plan Valquiria fue una operación diseñada para llevar a cabo un golpe de estado en Alemania con el objetivo de asesinar a Adolf Hitler y eliminar el régimen nazi. El plan recibió su nombre debido a la palabra en clave «Valquiria» que se usó para describir la movilización de tropas de reserva en caso de una emergencia. Sin embargo, algunos oficiales militares involucrados en el complot, liderados por el coronel Claus von Stauffenberg, utilizaron este plan como cobertura para sus verdaderas intenciones de derrocar al gobierno nazi.
El 20 de julio de 1944, Claus von Stauffenberg llevó una maleta con una bomba a una reunión con Hitler en su guarida en Rastenburg, Prusia Oriental. Durante la reunión, colocó la maleta debajo de la mesa cerca de Hitler y se retiró rápidamente. La bomba explotó, hiriendo gravemente a varios oficiales, pero Hitler sobrevivió con heridas leves debido a que la maleta fue desplazada por una pata de la mesa, lo que creó una barrera parcial.
La represión posterior al fallido complot fue implacable. La Gestapo arrestó a miles de sospechosos, de los cuales aproximadamente doscientas personas fueron ejecutadas. Los conspiradores fueron juzgados en tribunales bajo el control de los nazis, lo que fortaleció la posición de figuras clave como Heinrich Himmler, Martin Bormann y Joseph Goebbels dentro del régimen, mientras que la confianza de Hitler en la Wehrmacht disminuyó en favor de las SS.
Los Conspiradores del Atentado
El atentado del 20 de julio de 1944 fue planeado y ejecutado por un grupo de oficiales militares y civiles alemanes que estaban profundamente preocupados por el rumbo destructivo que estaba tomando Alemania bajo el liderazgo de Hitler y el régimen nazi. Algunos de los conspiradores más destacados incluyeron a:
Claus von Stauffenberg: Oficial del ejército alemán y figura central en el complot. Fue quien llevó la bomba a la reunión con Hitler y trató de llevar a cabo el asesinato.
Henning von Tresckow: General del ejército y uno de los principales arquitectos del plan. Intentó asesinar a Hitler en varias ocasiones anteriores al 20 de julio de 1944.
Ludwig Beck: General del ejército y exjefe del Estado Mayor del Ejército alemán. Tuvo un papel importante en la planificación inicial del complot, pero renunció debido a sus objeciones éticas al asesinato.
Carl Friedrich Goerdeler: Político y exalcalde de Leipzig. Fue uno de los líderes civiles del complot y estaba destinado a ser canciller en el nuevo gobierno tras el golpe.
Erwin von Witzleben: General del ejército y otro de los líderes militares involucrados en la conspiración. Estaba previsto que asumiera un papel importante en el gobierno posterior a la eliminación de Hitler.
A pesar del fracaso, el atentado del 20 de julio de 1944 dejó un legado significativo. Se convirtió en un símbolo de resistencia contra el régimen nazi y un recordatorio del valor y la determinación de aquellos que se atrevieron a oponerse a la opresión. Además, el complot contribuyó a consolidar la visión de la Alemania nazi como un régimen totalitario y represivo, cuyos líderes no dudaron en aplastar cualquier intento de desafío interno.
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