Preocupación por el dengue: Mutaciones en mosquitos hacen crecer la resistencia a insecticidas
Investigadores del Laboratorio de Neurobiología de Insectos (CENEXA-CREG) han detectado tres mutaciones genéticas en el mosquito Aedes aegypti, conocido transmisor de enfermedades como el dengue, chikungunya y zika. Este hallazgo, que se ha extendido por el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), plantea serias preocupaciones sobre la eficacia de las fumigaciones masivas y su posible contribución a una epidemia en la próxima temporada de verano.
La doctora Sheila Ons, investigadora principal del CONICET y líder del equipo de investigación, ha estado analizando la resistencia de estos mosquitos a los insecticidas desde 2018. “Hace cinco años habíamos detectado una mutación; ahora encontramos tres, y están presentes en gran parte de la provincia de Buenos Aires”, advirtió Ons, enfatizando las posibles repercusiones en las estrategias de control de brotes.
La investigación, en colaboración con el ANLIS Malbrán y el Ministerio de Salud de Buenos Aires, establece una relación entre el aumento de la resistencia de los mosquitos y la creciente frecuencia de fumigaciones en áreas afectadas por el dengue. Los científicos utilizan dos métodos para evaluar la resistencia: el primero consiste en someter a los mosquitos a una dosis discriminante de insecticidas piretroides —los únicos aprobados por la ANMAT— y contabilizar la cantidad que sobrevive. El segundo implica un análisis molecular que determina la frecuencia de las mutaciones genéticas en las poblaciones de mosquitos.
A pesar de la gravedad de la situación, Ons indica que estas mutaciones podrían revertirse si las poblaciones de mosquitos dejaran de estar expuestas a los piretroides durante un tiempo. Sin embargo, esta tarea se complica, como se evidenció en el caso de San Pablo, Brasil, donde tras diez años sin el uso de piretroides en fumigaciones sanitarias, las mutaciones continuaron presentes, posiblemente por el uso doméstico o agrícola de estos insecticidas.
Ante este escenario, los investigadores abogan por un manejo integrado de la población de mosquitos. “Lo ideal es priorizar otras estrategias, como el descacharrado, que elimina los criaderos de mosquitos, y reservar las fumigaciones solo para el control de brotes”, sugirió Ons. Esta alternativa no solo podría ayudar a prevenir la resistencia, sino que también reduciría el impacto ambiental asociado al uso de insecticidas.
El equipo de investigación también se preocupa por las consecuencias ecológicas de los insecticidas. Aunque los piretroides son menos tóxicos que otras sustancias, como los organofosforados, aún representan una amenaza para especies como anfibios e insectos polinizadores. “El desarrollo de insecticidas más seguros y de bajo costo ambiental es una prioridad, pero aún faltan estudios y financiamiento para su implementación a gran escala”, concluyó la investigadora.
Con la llegada del verano, la comunidad científica y las autoridades sanitarias instan a redoblar esfuerzos para enfrentar la creciente amenaza del dengue y sus vectores.
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