Israel utiliza bombas antibúnker para eliminar a líder de Hezbollah en Beirut
El ataque aéreo israelí que terminó con la vida de Hassan Nasrallah utilizó bombas GBU-31, diseñadas para penetrar estructuras subterráneas y hormigón reforzado. Este tipo de armamento ha sido clave para alcanzar objetivos ocultos bajo tierra.
En una operación militar de gran precisión, Israel empleó 85 bombas antibúnker GBU-31, de fabricación estadounidense, para atacar el cuartel general de Hezbollah en Beirut, donde se encontraba su líder, Hassan Nasrallah. Estas bombas, con un peso de una tonelada, tienen la capacidad de atravesar múltiples capas de concreto antes de detonar, lo que las convierte en una herramienta altamente eficaz para destruir instalaciones subterráneas.
Nasrallah, líder del grupo chiita desde 1994, fue alcanzado en su refugio, ubicado bajo un edificio residencial en la capital libanesa. Este ataque no solo marcó un golpe estratégico a Hezbollah, sino que también evidenció la capacidad de Israel para golpear objetivos profundamente enterrados, como es habitual en las infraestructuras protegidas de grupos militantes como Hezbollah y Hamás.
¿Cómo funcionan las bombas antibúnker?
Las bombas GBU-31 son conocidas por su capacidad de precisión y potencia. Estas armas, equipadas con el sistema de Municiones Conjuntas de Ataque Directo (JDAM), permiten a los pilotos ajustar las coordenadas del objetivo incluso en pleno vuelo, lo que garantiza que el impacto sea lo más preciso posible. Esta tecnología fue desarrollada por Estados Unidos tras la Guerra del Golfo en 1991, como respuesta a la necesidad de mejorar las capacidades de ataque aire-tierra.
Con un alcance de hasta 24 kilómetros, las GBU-31 no solo logran impactar con exactitud sino también penetrar profundamente en estructuras fortificadas antes de explotar. Este tipo de armamento se ha vuelto esencial en los enfrentamientos modernos, donde los grupos insurgentes suelen operar desde búnkeres y túneles subterráneos para protegerse de los ataques aéreos convencionales.
La operación, bautizada como «Feliz Salve», ha sido criticada por diversos sectores internacionales, que consideran que el uso de bombas antibúnker en zonas residenciales podría tener graves consecuencias para la población civil. A pesar de ello, Israel justificó el ataque como una acción necesaria para garantizar la seguridad de sus ciudadanos ante la creciente amenaza de Hezbollah.
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