El VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) finalizó esta semana con el traspaso formal de poder desde la generación de los Castro que encabezó la revolución hacia la que nació bajo un modelo socialista y hoy representa Miguel Díaz-Canel, y con el desafío de formar a los próximos dirigentes entre aquellos que nacieron tras el derrumbe de la Unión Soviética.
De acuerdo a datos del partido único que gobierna la isla, el 42,6% de sus militantes tienen más de 55 años pese a que un tercio de las casi 40.000 personas que se registraron este año en sus filas proviene de la Unión de Jóvenes Comunistas.
En su intervención, Raúl Castro mencionó que hay «un incremento progresivo y sostenido en la promoción de jóvenes, mujeres, negros y mulatos», pero destacó que lo alcanzado «es absolutamente insuficiente en lo referido a las principales responsabilidades en el Partido, Estado y Gobierno».
En la misma línea, Díaz-Canel, presidente desde 2019 y designado ahora como secretario general del PCC, indicó que «la continuidad generacional es parte fundamental de la unidad».
Este fue el eje y hasta el título del VIII congreso partidario que reunió por cuatro días a 300 delegados en el Palacio de Convenciones de La Habana: «El Congreso de la continuidad histórica de la Revolución Cubana».
«En la medida en que abordemos con claridad y transparencia las batallas por elevar la calidad de vida de los cubanos y que sumemos a los jóvenes a participar con su natural entusiasmo en todas las tareas cruciales para el país, estaremos reactivando las esencias del partido», prometió Díaz Canal, un dirigente de 61 años recién cumplidos, nacido y formado en la Cuba ya socialista.
Para la doctora en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México Arantxa Tirado, «la incorporación de la juventud al proceso revolucionario es uno de los grandes retos».
«Hoy lo está a través de la Federación Estudiantil Universitaria y la Unión de Jóvenes Comunistas, pero sigue siendo un reto sumar a esa generación criada bajo lo que se llamó el período especial, que no tienen referencia no solo a la Cuba antes de la revolución, sino a la Cuba antes del colapso de la Unión Soviética», explicó a Télam.
Esos jóvenes, nacidos en un período de crisis agravada por el recrudecimiento del bloqueo estadounidense y de reformas en la economía de la isla, son más «susceptibles de caer en discursos contrarrevolucionarios y por eso son visibilizados como algo central por parte de la dirigencia», añadió la también doctora en Relaciones Internacionales e Integración Europea por la Universidad Autónoma de Barcelona y miembro del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag).
«En ellos está el auténtico relevo que va a continuar a la generación de Díaz-Canel», completó.
Este recambio generacional, ya en marcha con la vuelta de página de la era de Fidel y Raúl Castro, no implica transformaciones radicales al modelo socialista, de carácter «irrevocable» según dictamina la nueva Constitución vigente desde 2019.
«Este Congreso fue un fin más simbólico que real a un ciclo político, aunque tiene una traslación concreta que se ve en la institucionalidad y también en la sustitución de cargos no tan visibles, de nivel intermedio», analizó Tirado.
Incluso las reformas económicas que el PCC llamó a profundizar por inconclusas no son nuevas, sino que fueron iniciadas en 2008 con una cautelosa apertura al trabajo privado y la inversión extranjera, y debatidas principalmente en el congreso del partido que tuvo lugar en 2011.
La unificación monetaria y la ampliación de las actividades laborales que pueden ejercerse por cuenta propia de 127 a más de 2.000, son algunas de las últimas transformaciones en marcha sin abandonar el modelo.
«Hay límites que no podemos rebasar porque las consecuencias serían irreversibles y conducirían a errores estratégicos y a la destrucción misma del socialismo y, por ende, de la soberanía e independencia nacionales», argumentó el secretario general del PCC saliente Raúl Castro durante el congreso.
«Estos lineamientos se vienen debatiendo hace años. Están sometidos a transformaciones por cuestiones de la propia economía cubana o mundiales, como es la pandemia o las decisiones de la administración de (el ex presidente de Estados Unidos Donald) Trump de bloquear la entrada de remesas y el ingreso de ciudadanos estadunidenses que se había facilitado con (Barack) Obama», indicó Tirado, investigadora de la política exterior de Cuba, Venezuela y México.
Pero esas reformas no son de fondo y así lo dejó en claro la comisión que debatió una actualización de la conceptualización económica que indicó que «la sociedad cubana se encuentra en el periodo histórico de construcción del socialismo» y ratificó todos los pilares sobre los que se sustenta el modelo como la propiedad socialista sobre los medios de producción, el rol de la innovación científica y tecnológica y el papel dirigente del PCC.
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